miércoles, 20 de enero de 2016

CASO DE LA VIDA REAL

Amelia y Juan
Juan cursaba el primer semestre de la escuela preparatoria local. Dos años mayor que sus compañeros, era el capitán de la banda de guerra de la escuela, y también un buen basquetbolista. En el torneo intramuros su equipo ganó el segundo lugar en el torneo intramuros, y fue seleccionado para el equipo de la escuela. Vestía bien, y caminaba erguido, rara vez perdía el control y hablaba sin groserías. Tenía 18 años cumplidos.
Amelia entró en la preparatoria con los recuerdos frescos de su fiesta de cumpleaños, aunque desde los catorce aparentaba diecisiete, y desde los trece observaba a los muchachos con atención, ahora se esforzaría por subir su promedio arriba del “8.5”  en todas la materias, pues de lograrlo, sus padres le darían permiso de lo que más quería, el tener novio.  
Se conocieron desde el primer día de clases. Para Amelia era evidente que Juan estaba más maduro que el resto de sus compañeros, hablaba sin titubear, moderaba su risa, sus movimientos eran suaves y firmes, sonreía, gozaba cuando lo veía con su uniforme de capitán de la banda de guerra y sufría cuando fallaba una anotación en el juego de básquetbol.  Para Juan, Amelia no significó mucho al principio, pero cuando la naturaleza maduró el cuerpo de Amelia, se dio cuenta de que sólo un ciego no podría apreciar tal muchacha, además de que ella empezó a destacar como alumna, y bailaba con pocos muchachos. Juan pensó que Amelia no era una chica fácil y decidió pretenderla.
Después de cuatro meses de haberse conocido, platicaban y empezaron a trabajar juntos en las tareas, y antes de un mes se habían comprometido.
Los trabajos procuraban hacerlos de las cuatro de la tarde en adelante, después de comer, pero pronto aprendieron que era mejor después de las cinco, aún mejor después de las seis, siete y ocho de la noche. Los padres de Aemlia intuyeron algo, pero no hicieron nada, debido a que siempre la localizaban pero no por ello una “dudilla” les daba comezón. La realidad era que terminaban sus tareas y luego aprovechaban el tiempo para vivir su noviazgo.
Una vez llegó Aemlia a su casa a la una de la madrugada, y sus padres la perdonaron. Se comprometió a llegar a más tardar a las diez de la noche. Lo que hicieron es juntarse a estudiar a los cinco de la tarde, generalmente terminaban a las siete y así tenían tres horas para su noviazgo.
A los dos meses de noviazgo se besaban y acariciaban intensamente, a los cuatro ya sus manos no tenían que palpar nada, a los cinco faltó la regla…
Juan estaba seguro de su amor por su novia y decidió afrontar la situación, casándose con Amelia. Los padres de Amelia y los de Juan vivían la misma situación: no podían sostener otra familia por lo cual Juan debía dejar la escuela y conseguir trabajo en una maquiladora con sueldo mínimo, así tendría derecho al seguro medico, y atender a su esposa cuando naciera el niño. Para Juan, significaba decir adiós a la Facultad de Medicina, y para Amelia el no poder cursar la carrera de Derecho. Ambos estaban optimistas, sin saber lo que les esperaba.
Solicitaron el matrimonio civil y por la iglesia esa misma semana que comunicaron lo sucedido a sus padres. La iglesia pedía el matrimonio civil, por lo cual acudieron a las oficinas del municipio correspondientes donde aceptaron casarlos, pero faltaba además del permiso de los padres de Amelia (por ser menor de edad), los exámenes prenupciales.
Para ello debían hacerse exámenes de sangre en un laboratorio clínico, y localizando uno fueron al día siguiente. Los resultados estuvieron esa misma tarde.
El joven que les entregaría los exámenes pidió sus domicilios, teléfonos y otros datos. Les extrañó… Para qué, si a nadie les pedían estos datos…
Al abrir los sobres se dieron cuenta de que ambos eran positivos al HIV. Amelia insistió en que solo había tenido relaciones sexuales con Juan, quién no podía negarlo. Después de muchos días de amargas discusiones, Juan confesó que tuvo relaciones sexuales con una prostituta un año antes, pero que había sido con condón, y aseguro que lo había usado correctamente...
Amelia estaba muy lastimada. Tenía dos meses de embarazo, y decidió  abortar al saber que su hijo casi seguramente estaría infectado ya de HIV. Esa misma semana abortó y despidió a Juan para siempre, quien estaba muy turbado ya que amaba a su novia, podían enfrentar la vida juntos pero ella decidía irse…
Amelia “enloqueció” del dolor, y decidió vengarse. Años después confesó que en dos meses había contagiado a ocho personas, dos casados, dos profesores, tres estudiantes y un desconocido que acudía regularmente a un templo. Con el transcurso de los años contagió  a muchos más…
De Juan sólo se supo que murió siete años más tarde en un hospital para enfermos de Sida en los Estados Unidos.

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